En varias ocasiones en que la sonda espacial Cassini ha sobrevolado Encélado, ha sido posible vislumbrar cosas que alimentan esa idea. Una de tales ocasiones ha sido durante el sobrevuelo efectuado hace varios días, concretamente el 27 de Marzo. En este sobrevuelo, la Cassini descendió hasta una altitud de tan sólo unos 74.000 metros (alrededor de 46 millas) sobre la superficie del polo sur de esa enigmática luna.
Esos sobrevuelos han revelado una notable abundancia de "géiseres" que expulsan moléculas de agua. Esos surtidores se abastecen a partir de lo que parece ser un vasto mar subterráneo. Los géiseres, que conducen el material saliente a través de fisuras en la corteza de hielo del astro, podrían delatar la existencia de una zona habitable en Encélado.
Con 505 kilómetros de diámetro, Encélado es casi siete veces más pequeño que la Luna de la Tierra. Pero a diferencia de nuestro satélite natural, Encélado está cambiando continuamente, como se deduce de los chorros de sus géiseres de hielo y agua líquida, que son probablemente el resultado del calor y la presión existentes en sus profundidades. La fuente indirecta de ese calor interno de Encélado parece ser Saturno. El tirón gravitatorio de Saturno genera fuertes tensiones estructurales en esa luna, hasta el punto de que la forma de Encélado cambia sutil pero perceptiblemente de forma a diario a medida que recorre su órbita en torno a Saturno. Esas tensiones y deformaciones generan calor.
La superficie de Encélado es bastante joven, posiblemente de menos de 100 millones de años de edad. Es la sexta luna más grande conocida de las que giran alrededor de Saturno. El astrónomo William Herschel descubrió este satélite en 1789.
La superficie de hielo de Encélado incluye áreas de llanuras suaves, las "fumarolas" de hielo (aberturas en el terreno helado por las que surge el material interno), y largas líneas de fracturas en su polo sur. Las fracturas son la fuente de los penachos de partículas de hielo expelidos por el astro.
Porco cree que este singular satélite, con su aparente mar subterráneo de agua líquida, su materia orgánica, y la fuente de energía térmica derivada de esas deformaciones y tensiones estructurales constantes, podría albergar en el subsuelo el mismo tipo de vida que existe en ambientes comparables de la Tierra. Los ecosistemas que Encélado acaso posea se podrían parecer a los que alberga la Tierra a gran profundidad. En zonas subterráneas de rocas volcánicas de la Tierra, el calor y el agua líquida son abundantes. Las formas de vida en estas rocas terrestres subsisten del hidrógeno (liberado por reacciones entre el agua líquida y las rocas calientes) y del dióxido de carbono, y producen metano, el cual es reciclado, volviendo a dar lugar a hidrógeno. Y todo ello ocurre en ausencia total de luz solar o de cualquier producto generado por ella.
Esto abre la fascinante posibilidad de que el astro donde más fácil sea detectar vida, en caso de haberla, sea Encélado. Tal como subraya Porco, la nieve que circula a gran altitud o se deposita en la superficie de Encélado podría albergar microorganismos. En definitiva, no habría que taladrar a través de kilómetros de hielo, ni excavar a gran profundidad en terrenos rocosos, ni enfrentarse a tantos otros obstáculos como exige la búsqueda de vida en otros astros del sistema solar.
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