lunes, 7 de septiembre de 2015

Asesina a golpes a su hijo de nueve años para ofrecérselo a los espíritus

"No me importa que me pongan preso, porque los muertos están conmigo"
Un santero, Deivis Antonio Coello Berrios, ha sido detenido por la muerte de su hijo de nueve años, David, para ofrecérselo a los espíritus. Coello vivía en la ciudad venezolana de Maracaibo y ha confesado tanto la muerte de su hijo como su devoción por Satanás.


"No me importa que me pongan preso, porque los muertos están conmigo", afirmó Coello durante su detención, según informa el diario venezolano 'La Nación'.
Según los investigadores, Coello practica desde hace tres años el palerismo, una rama de la santería. Desde entonces viajaba sin decir adónde y dejaba solos a sus hijos, de 9 y 12 años en una chabola del barrio Sol de Maracaibo.
El detenido golpeó a su hijo con cables y palos el pasado 12 de julio y desde entonces el niño agonizó hasta que el 20 de agosto finalmente murió tras ser trasladado por su padre y un vecino en una motocicleta hasta un centro sanitario apenas 20 minutos después de su ingreso. El informe médico constata deshidratación y un cuadro severo de desnutrición además de hematomas en la espalda y el abdomen.
La hermana de la víctima, de 12 años, se encuentra ahora en un refugio para niños desamparados por orden de una juez hasta que se determine qué familiar puede responsabilizarse de ella. La madre de los niños se mudó hace tres años a Ciudad Bolívar. "Su mamá también los maltrataba. Esos niños preferían dormir dentro de carros viejos y abandonados que estar con ellos", ha relatado la vecina.
Tras la separación Deivis conoció a otra mujer, Neilibeth, con quien formó una nueva familia y tuvo dos hijos más. Uno de ellos, Joel Jesús Coello Alvarino, de cinco meses, se electrocutó con un ventilador en marzo de 2012.

Identifican los restos de Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno

Un equipo internacional de investigación, que ha contado con la participación de Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana, ha identificado los huesos de Filipo II de Macedonia, así como los de su esposa Cleopatra y su hijo recién nacido, en la Tumba 1 del Gran Túmulo en la ciudad de Vergina (Grecia). Hasta ahora se pensaba que los restos del rey estaban guardados en la Tumba 2, conocida como la ‘Tumba de Filipo’.


Entre los años 1977 y 1978 se excavaron en el Gran Túmulo de la ciudad griega de Vergina tres tumbas monumentales que habían sido construidas para el último descanso de miembros de la realeza macedonia.
Hasta hoy se ha mantenido de manera general que la Tumba 2, conocida como la ‘Tumba de Filipo’, guardaba los restos del rey Filipo II (382-336 a.C.), padre de Alejandro Magno y que transformó Macedonia en la potencia hegemónica del mundo griego. En el momento en el que murió, el rey preparaba un ataque a gran escala al Imperio Persa, que poco después llevó a cabo su hijo Alejandro.
Sin embargo, un estudio en la revista PNAS propone ahora otra interpretación de las tumbas reales de Vergina tras analizar los restos humanos de la Tumba 1. Según el equipo formado, entre otros por Juan Luis Arsuaga, investigador en el Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humanos de la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto de Salud Carlos III, los huesos pertenecen a tres individuos, que fueron inhumados y no incinerados como los de la Tumba 2.
Una herida para identificar al rey
Uno de los esqueletos pertenece a un hombre de unos 45 años de edad, sorprendentemente alto para su época (1,80 metros de altura). El análisis ha permitido demostrar que la rodilla izquierda estaba anquilosada, con un orificio provocado por una herida penetrante. Esto ha sido clave para identificar a Filipo II, ya que el monarca padeció una ostensible cojera tras recibir un lanzazo en una pierna durante una batalla, tres años antes de su muerte.
Según el trabajo, los huesos que se articulan en la rodilla izquierda (fémur y tibia) muestran fusión ósea completa de la articulación, en un ángulo de 79º, así como un orificio provocado por una herida penetrante que atraviesa el hueso. También hay signos en uno de los cóndilos occipitales que sugieren tortícolis, un posible efecto compensatorio debido a la marcha irregular del sujeto.
La Tumba 1 también contenía los restos de una mujer, de unos 18 años de edad, y un bebé recién nacido. Para los investigadores, estos serían los huesos de la esposa de Filipo II, Cleopatra y de su hijo recién nacido, hermanastro de Alejandro Magno.
Las edades estimadas para los tres esqueletos coinciden con las edades de muerte de los tres personajes. Filipo II fue asesinado en el teatro de Aigai o Egas (cerca de la actual Vergina) en el 336 a.C. y su trono fue inmediatamente heredado por el joven Alejandro. Poco después de la muerte de Filipo II, fueron también asesinados su esposa Cleopatra y el hijo de ambos.
Los autores del trabajo argumentan que si la Tumba 1 contiene los restos mortales de Filipo II, la Tumba 2 podría contener los restos del rey Filipo III Arrideo y de su esposa Eurídice, como había sugerido en el año 2.000 el autor principal del estudio Antonis Bartsiokas, de la Democritus University of Thrace (Grecia).
Esto implica que algunos elementos del lujoso equipo militar que formaba parte del ajuar de la Tumba 2 pudieron en realidad pertenecer a Alejandro Magno, de quien los habría heredado su hermanastro Filipo III Arrideo, hijo también de Filipo II de Macedonia.

El Gobierno gallego publica la versión facsímil del proceso contra el 'licántropo español' Romasanta

“Me convertía en lobo por una maldición y devoraba a cualquiera”


“Me llamo Manuel Blanco y Romasanta, natural de Rigueiro, partido de Allariz [Ourense]. Viudo, tendero ambulante, 42 años de edad. Desde hace 13 hasta el día de San Pedro de 1852, por efecto de una maldición de alguno de mis parientes —mis padres, mi suegra o no sé quién— he traído una vida errante y criminal, cometiendo asesinatos y alimentándome de la carne de las víctimas. Unas veces solo; otras con dos compañeros valencianos, don Genaro y un tal Antonio. Nos convertíamos los tres en lobos, nos desnudábamos y nos revolcábamos en el suelo, y después acometíamos y devorábamos a cualquiera, quedando únicamente los huesos. A veces conservábamos ocho días la forma de los animales dañinos”. Al “recobrar la figura humana” y “el uso de la razón perdida”, “los tres nos poníamos a llorar”.
El “hombre lobo” español fue detenido el 2 de julio de 1852 en Nombela (Toledo) y no tardó muchos días en confesarse autor de las nueve muertes de mujeres y menores que se le atribuían, más otras cuatro, de pastores y una anciana, cuyos cuerpos habían sido hallados en aquella época en pueblos de Ourense, supuestamente desgarrados por auténticos lobos. La causa contra el asesino múltiple se prolongó dos años, pero fue un paradigma de celeridad judicial (si se tienen en cuenta los medios de comunicación y transporte de la época) y hoy se considera una joya. La mayor parte de los documentos se custodian en el Arquivo do Reino de Galicia (A Coruña), y puede decirse que los aproximadamente dos mil folios repartidos en siete tomos son el best seller de esta institución que depende de la Xunta. El caso del hombre lobo, seguido de cerca por la prensa nacional y extranjera del momento (como el más mediático de los actuales) continúa demostrando su capacidad de atracción.
Desde 2003, los investigadores han hecho 13.720 reproducciones en papel o en copia digital de piezas de la causa. Entre las más demandadas están las sucesivas sentencias que se dictaron en Allariz y en A Coruña; el diario lunar europeo para 1852; la misiva de amor que utilizaba Romasanta para, cambiando cada vez el nombre, engatusar a sus víctimas, madres solteras o separadas; o la carta que hizo llegar desde Argel al ministro de Gracia y Justicia un hipnólogo francés que dio un vuelco al proceso al defender ante la reina Isabel II la existencia de la licantropía. Visto el éxito de la documentación archivada, la Consellería de Cultura del Gobierno gallego ha financiado un facsímil que ahora se vende en librerías.
Romasanta fue primero condenado a muerte, y después a cadena perpetua por un indulto de la Reina y gracias a la irrupción demonsieur Philips, un explorador de los laberintos mentales que jamás aparece citado por su nombre de pila. A pesar de sus esfuerzos por salvarlo del garrote y poder estudiar su mente, el asesino murió poco después en la cárcel de Ceuta de cáncer de estómago.
El hombre lobo se había salvado por la Corona, que financiaba generosamente el proceso, pero la justicia (el caso pasó por varias instancias durante aquellos años) nunca se tragó su relato. Durante el juicio quedó demostrada la “premeditación, alevosía” y “sangre fría” con la que actuaba el ourensano. Elegía hogares vulnerables, sin un varón adulto que le pudiera hacer frente porque él era muy pequeño y débil. Convencía a las madres de que podían conocer una vida mejor si marchaban a servir en casa de algún cura en Santander. Llegaba a “fascinarlas” por la vía del amor —recordaba una de las sentencias—, “conociendo que el medio más seguro de dominar la voluntad de la mujer es el de cautivar su débil y sensible corazón”. Y se iba llevando uno a uno a todos los miembros de las familias, incluso niños y un bebé, en la misma dirección.
Antes, lograba que las madres le vendieran lo poco que tenían, el cerdo, la vaca, la cosecha. Una vez muertas, recobraba lo pagado y además despachaba con descaro su ropa a otros vecinos de la comarca. Si alguno le preguntaba cómo les iba a las emigradas, escribía cartas (eran de su puño y letra, según concluyeron los peritos calígrafos de la época) en las que sus víctimas, ya “acomodadas y ricas”, narraban una vida afortunada. Contaba incluso, sin atisbo de mala conciencia, que a alguna le había tocado la lotería o que uno de los vástagos asesinados estudiaba leyes. Mientras, se prodigaba en la parroquia. Quería que lo viesen rezar el rosario, ayudar en misa, ser caritativo.
La figura del Sacaúntos, como lo apodaron popularmente cuando se extendió la leyenda de que vendía la grasa de los cuerpos como ungüento prodigioso en farmacias de Portugal, sigue llena de incógnitas. Por ejemplo, no se sabe dónde yacen los restos mortales de tanta víctima. Durante el proceso solo aparecieron, en lugares distintos, un coxal de una mujer de más de 25 años con señales de no haber estado nunca bajo tierra y un cráneo fracturado, también femenino y adulto. Todavía hay investigadores que buscan el resto de las piezas que compondrían los esqueletos de esas nueve personas, cuatro madres (tres de ellas, hermanas) con sus respectivos hijos, que el reo aseguró haber despedazado sin más armas que sus dientes y sus uñas en la ourensana sierra de San Mamede.
Tampoco hay certeza hoy, después del trabajo que realizó en 2012 Fernando Serrulla, responsable de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia, de cuál era el verdadero sexo del personaje. Según él, Romasanta, que al nacer fue inscrito como Manuela, podía sufrir un síndrome de intersexualidad (pseudohermafroditismo femenino) que le hacía segregar de forma desorbitada hormonas masculinas, virilizando su aspecto y provocándole episodios de fuerte agresividad.
Algo de esto se puede intuir en el viejo sumario, cuando se describen sus “oficios mujeriles” (“hilar, calcetar, cardar lana”) o sus “costumbres casi femeninas”. A lo largo del expediente judicial, que por momentos se vuelve una magnífica pieza literaria, hay capítulos deslumbrantes como el informe de los seis forenses que intervinieron en la “observación física y filosófica” de Blanco Romasanta.
“Pretende hacerse pasar por un ser fatal y misterioso, un genio del mal, lanzado por Dios en un mundo que no es su centro, creado ex profeso para el mal ageno á que le impele la fuerza oculta de una ley irresistible, en virtud de la cual cumple su fatídico y tenebroso destino”, describen los médicos. Antes han revisado a fondo sus vísceras y la forma de su cráneo, lo han entrevistado sucesivas veces, y han concluido que es un ser normal e incluso agradable, talentoso, inteligente. “Manuel Blanco ni es idiota, ni loco maníaco, ni imbécil; y es probable que si fuera más estúpido no sería tan malo”, advierten. Y al final concluyen: “Su hado impulsivo es una blasfemia; su metamorfosis [en lobo], un sarcasmo”.
Pero cuando el asesino ya se veía con un pie en el cadalso, irrumpió en escena Philips, que se presentaba como profesor de Electro-Biología (su novedosa técnica hipnótica), y sembraba serias dudas en la Reina. El científico defendía que la inminente ejecución de Blanco Romasanta sería un “error lamentable de la justicia” porque cabía “la posibilidad” de que no fuese responsable de sus asesinatos. De hecho, ante el público que abarrotaba el teatro de Argel, el francés, antes de viajar a París “para someter su descubrimiento a la Academia de Ciencias”, había demostrado el 22 de junio de 1853 (un mes antes de ser alertada Isabel II) cómo un joven elegido aleatoriamente en la platea quedaba “completamente dominado” por la hipnosis. En un momento del acto la emprendía a pedradas contra unos indios inexistentes; en otro, nadaba creyéndose náufrago; y al final se sentía lobo y acababa la función mordiendo a un espectador.

Una cámara secreta en la tumba de Tutankamón podría desvelar uno de los mayores enigmas de Egipto

Un reputado arqueólogo afirma que existe un pasadizo escondido en el lugar que daría acceso a los restos de la perdida cámara funeraria de Nefertiti.


Casi 100 años después de que Howard Carter descubriera la tumba de Tutankamón (11º faraón de la 18ª Dinastía) en el Valle de los Reyes, el reputado arqueólogo de la Universidad de Arizona Nicholas Reeves ha afirmado que podría haber encontrado en ella unacámara secreta que desvelaría uno de los grandes misterios del Antiguo Egipto. Y es que, según explica este investigador, en ella podrían estar los restos perdidos de Nefertiti, hasta hace poco considerada la madre del propio «Faraón niño» y reina de la región tras contraer matrimonio con Akenatón.
Así lo ha afirmado el propio Reeves en una entrevista concedida en exclusiva al «The Economist», donde este británico ha señalado que, tras estudiar varias fotografías realizadas en alta resolución del interior de la tumba, cree haber visto una pared con una serie de fisuras y grietas. Aunque en principio no le dio mayor importancia a esta zona, ahora afirma que podría corresponderse con una tapia mediante la que se cerró un pasadizo que podría dar acceso a otra sala.
A pesar de que la cámara podría ser un antiguo almacén, Reeves afirma que la presunta falsa pared cuenta con una serie de dibujos religiosos que, usualmente, eran utilizados para proteger el cuerpo de un fallecido. Debido a la cercanía de ambos dignatarios políticos en el tiempo, este arqueólogo se ha aventurado a lanzar la hipótesis. Una teoría que, de ser cierta, desvelaría qué fue del cuerpo de la reina.
«Se desconoce cómo murió y qué fue del cuerpo de Nefertiti. Si se estudian los textos antiguos se puede ver que, repentinamente, desaparece de ellos y su rol es tomado por un tal Smekhara. Se ha barajado la posibilidad de que este fuera ella misma adoptando un papel masculino (algo que ya se había hecho anteriormente), pero otros dicen que es imposible debido a que este personaje se casó posteriormente con una de las hijas de Nefertiti. Que contrajese matrimonio con una de sus hijas es altamente improbable», explica en declaraciones a ABC Aroa Velasco, historiadora especializada en el Antiguo Egipto y autora de la página Web «Papiros perdidos».
Todo encaja
La teoría de Reeves encaja perfectamente con una serie de irregularidades que siempre han desconcertado a los egiptólogos sobre la tumba de Tutankamón. Entre ellas, destaca el que la cámara en la que fue enterrado es considerablemente pequeña y solo un poco más grande que la antesala que da acceso a ella. Así pues, tendría lógica que el lugar hubiera sido construido para la reina (cuya habitáculo habría sido más grande) y, posteriormente, se hubiera aprovechado una sala anterior para dar cobijo al cuerpo del hombre.
Con todo, lo cierto es que esto no parece demasiado factible a Velasco, quien afirma que no se ha descubierto casi ningún enterramiento similar en la zona. «De momento no se ha visto ninguna tumba de estas características. Solo hay una excepción, las denominadas “cachett reales”, pequeños escondites que se fabricaron dentro de tumbas y pirámides en los que los sacerdotes escondían momias para evitar que fuese robadas. Pero en ellas se amontonaban muchas», explica la experta a este diario.


Esta teoría explicaría también por qué existen tantos objetos dentro de la tumba que pertenecen a otros faraones de la época y fueron reutilizados y adaptados para el «Faraón niño». A su vez, la suposición de Reeves desvelaría también el por qué la zona tiene una disposición y una orientación que únicamente se usaba en enterramientos de mujeres. «Al ponerlo todo junto parece que todo encaja. Si me equivo, me equivoco, pero es potencialmente el mayor descubrimiento arqueológico que se ha hecho sobre el Antiguo Egipto», destaca Reeves.
Reeves ya ha causado controversia en el mundo de la arqueología. Y es que, mientras que algunos egiptologos como Kent Weeks (quien descubrió la mayor tumba conocida hasta la época en el Valle de los Reyes en 1995) afirman que es factible y fácilmente comprobable mediante un radar, a otros les cuesta creerlo. Entre los escépticos destaca Velasco, a quien no le convence la teoría: «La tumba está tan estudiada que me parece raro que se pueda descubrir algo nuevo después de 100 años. Pero habrá que esperar».