miércoles, 28 de enero de 2015

Los psicópatas son incapaces de aprender del castigo

Una investigación encuentra anomalías en la parte del cerebro de estos delincuentes relacionada con la empatía, la vergüenza y el razonamiento moral.


Son muchas las ocasiones en las que la sociedad no entiende por qué algunos malhechores son incapaces de rehabilitarse tras pasar por la cárcel. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por la Universidad de Montreal (en Canadá) puede haber dado, finalmente, con la respuesta. Y es que, según afirman Sheilagh Hodgins y Nigel Blackwood (los autores de la investigación) la red cerebral de los delincuentes que son además psicópatas y violentos cuenta con una organización que les impide aprender de los castigos.
«Uno de cada cinco delincuentes violentos es un psicópata. Tienenmayores tasas de reincidencia y no se benefician de los programas de rehabilitación. Nuestra investigación revela por qué es y se espera que puedan mejorar las intervenciones de la infancia para prevenir la violencia y las terapias de comportamiento para reducir la reincidencia», explica la profesora Hodgins (de la Universidad de Montreal y el Instituto Universitario en Salud Mental de Montreal).
«Hemos encontrado anormalidades estructurales tanto en lamateria gris como en tramos de fibras de la sustancia blancaespecíficos entre los delincuentes violentos con la psicopatía», explica Hodgins. La materia gris está principalmente involucrada en el procesamiento de información y la cognición, mientras que la materia blanca coordina el flujo de información entre las diferentes partes del cerebro.
Así pues, la investigación determina que los actuales métodos de rehabilitación son inútiles en estos delincuentes y sería necesario buscar nuevas formas de modificar su comportamiento para poder reinsertarles satisfactoriamente en la sociedad. Una tarea ardua, pero de vital importancia en el sistema penal si se pretende erradicar la reincidencia.
En este sentido, el estudio de resonancia magnética también afirma que esta anomalía ha sido encontrada de momento en aquellos delincuentes que presentan un comportamiento violento y son, a su vez, psicópatas. Con todo, los investigadores están recabando información para saber si se puede extender a los criminales habituales y determinar a qué edad puede ser perceptible.
«Los delincuentes psicopáticos son diferentes de los delincuentes habituales de muchas maneras. Los criminales regulares sonhipersensibles a la amenaza, irascibles y agresivos, mientras que los psicópatas tienen una respuesta muy baja a las amenazas, son fríos y su agresividad es premeditada», detalla Nigel Blackwood, afiliado al 'Kings College London', en Reino Unido.
El estudio
Para llevar a cabo este estudio, los investigadores analizaron las reacciones de 12 delincuentes violentos con trastorno antisocial de la personalidad y psicopatía. 20 delincuentes violentos contrastorno de personalidad antisocial, pero no psicopatía, y 18no delincuentes sanos. Entre otros delitos, habían sido condenados por asesinato, violación, intento de homicidio y lesiones.
El experimento consistió en introducir a estas personas en un escáner cerebral y hacer que completaran una tarea que evaluara su capacidad para ajustar su comportamiento cuando las consecuencias de sus respuestas cambiaran de positivas a negativas. Esta era, concretamente, un juego de combinación de imágenes en el que, dependiendo de si se completaba de forma errónea o de forma acertada, percibían un castigo.
Las conclusiones fueron impresionantes. Y es que, cuando los delincuentes violentos realizaron las tareas, no pudieron aprender de las señales de castigo para cambiar su comportamiento ytomaron decisiones de menor calidad a pesar de contar con periodos de deliberación más largos. Dicha cracterística tenía explicación a nivel cerebral. «Hemos observado reducciones en los volúmenes de materia gris bilateral en la corteza prefrontal rostral anterior», detalla Hodgins. Estas regiones del cerebro están involucradas en la empatía, el procesamiento de las emociones prosociales como la culpa y la vergüenza y el razonamiento moral.
«También se detectaron anomalías en tractos de fibras de la materia blanca en el cíngulo dorsal, que une la corteza cingulada posterior a la corteza prefrontal medial que se asocia específicamente con la falta de empatía que es típica de la psicopatía», agrega Blackwood. Estas mismas regiones participan en el aprendizaje de recompensas y castigos.
No entienden el castigo
Los investigadores también examinaron la actividad en el cerebro durante la realización de la tarea. «Encontramos que los delincuentes violentos con psicopatía, en comparación con los delincuentes violentos sin psicopatía y los no delincuentes, exhiben una respuesta anormal al castigo dentro de la corteza cingulada posterior y la ínsula cuando una respuesta previamente recompensada fue castigada», añade.
En este sentido, este experto resume que estos resultados sugieren que los delincuentes violentos la psicopatía se caracterizan por una organización distintiva de la red cerebral que se utiliza para aprender de los castigos y las recompensas. «Los delincuentes con psicopatíasólo podrán considerar las posibles consecuencias positivasy no tener en cuenta las posibles consecuencias negativas. En consecuencia, su comportamiento, a menudo, conduce a un castigo en lugar de recompensa como habían esperado», añade Hodgins.
«El castigo señala la necesidad de cambiar el comportamiento. Claramente, en ciertas situaciones, los delincuentes tienen dificultades para aprender del castigo impuesto para cambiar su comportamiento», advierte. «Los resultados de nuestros estudios están proporcionando conocimientos sobre los mecanismos neuronales que caracterizan a los delincuentes violentos adultos que pueden utilizarse, junto con otros hallazgos, en el diseño de programas para reducir la reincidencia. También proporcionan hipótesis sobre el desarrollo anormal de los delincuentes violentos que se probarán en estudios de niños», añade.

Descubierta una estrella casi tres veces más antigua que el Sol

Es un 25% más pequeña que el Sol y bastante más fría, pero con sus 11.200 millones de años casi triplica en edad al astro rey. A su alrededor orbitan cinco planetas.


Un grupo de astrónomos ha descubierto una estrella, bautizada como Kepler-444, un 25% más pequeña que el Sol y bastante más fría, pero que con sus 11.200 millones de años casi triplica en edad al astro rey.
Según publica hoy la revista Astrophysical Journal, las observaciones del telescopio orbital Kepler han permitido hallar esta estrella, situada a unos 117 años luz de la Tierra y alrededor de la que orbitan cinco planetas, que completan su recorrido en menos de diez días.
Están muy cerca de Kepler-444 y, por ello, los científicos descartan que la vida pueda prosperar en estos cinco planetas, cuyo tamaño oscilaría entre la pequeñez de Mercurio (el planeta más reducido del Sistema Solar) y la razonable envergadura de Venus, el tercero en cuanto a tamaño, de menor a mayor.
El descubrimiento "abre la posibilidad a la existencia de vida antigua en la galaxia", según los científicos de las universidades de Birmingham (Reino Unido), Iowa (Estados Unidos) y Sidney (Australia) autores del descubrimiento.
Durante cuatro años se dedicaron a analizar las observaciones del telescopio orbital Kepler, lanzado por la agencia espacial estadounidense NASA en marzo de 2009 y que orbita a 149,5 millones de kilómetros de la Tierra.
El telescopio descubrió una "luz muy brillante" que resultó ser la estrella y que "puede ser vista fácilmente sin prismáticos", resaltó Steve Kawaler, coautor del estudio y profesor en la universidad de Iowa.
"Este es uno de los sistemas más antiguos de la galaxia", afirmó Kawaler, quien explicó que Kepler-444 es una estrella de primera generación, que con sus 11.200 millones de años de antigüedad casi triplica la edad del Sol, cuyo origen se remonta a hace 4.500 millones de años. De hecho, cuando Kepler-444 se formó, el universo, que tiene 13.800 millones de años, era aún relativamente joven.
Además, según Kawaler, la antigüedad del sistema planetario descubierto muestra que los planetas habían comenzado a formarse y girar alrededor de estrellas hace casi 7.000 millones de años, mucho antes de que el Sistema Solar comenzara a formarse.
"Los sistemas planetarios alrededor de estrellas han sido una caracterstica común de nuestra galaxia desde hace mucho, mucho tiempo", subrayó.
Según los científicos, este hallazgo acerca al mundo a "una comprensión más completa" de cómo era el universo al principio de los tiempos, cuando nacían estrellas como la ahora descubierta para que pequeños planetas comenzaran a bailar a su alrededor.

martes, 27 de enero de 2015

Darwin tenía razón: la endogamia perjudicó a su estirpe

El naturalista siempre temió por la salud de sus hijos, fruto de su enlace con una prima.


Charles Darwin llegó a tener diez hijos con su mujer, Emma Wedgwood, entre 1839 y 1856 y, como es natural, temía por la salud de su prole. Pero sus miedos iban más allá de las preocupaciones habituales de un padre, ya que partían de un cierto sentimiento de culpa: un pecado original propio que podía provocar que sus hijos fueran enfermizos o, cuando menos, más débiles de lo normal. Charles y Emma eran primos hermanos. El más relevante de los Darwin sabía que la consanguinidad deteriora a las siguientes generaciones, ya sean plantas o animales. Ahora sabemos que sus temores estaban justificados: su estirpe sufrió muertes prematuras y falta de fertilidad por culpa de la endogamia.
El problema no surge únicamente del lecho de Charles y Emma. Los Darwin y los Wedgwood se emparejaron entre ellos durante muchas generaciones, lo que provocaba que el naturalista y su esposa tuvieran muchos otros parentescos además de ser primos hermanos. Otros tres hermanos de Emma se casaron con sus primos y la hermana de Charles, Caroline, también se enlazó con un primo Wedgwood. El cuñado de Charles, Harry Wedgwood, se casó con Jessie Wedgwood, que era su prima hermana por partida doble: sus padres eran hermanos y sus madres eran hermanas.
Esta endogamia desbocada de los Darwin-Wedgwood los convierte en una dinastía perfecta para que los genetistas estudien las consecuencias de la consanguinidad, como ya hicieran con la familia real de los Habsburgo. La primera y más evidente es que los niños nacidos de estos matrimonios tenían menos opciones de llegar a la pubertad, como mostró un estudio publicado en 2010 que generó un ruido importante en la prensa británica. Tres de los diez hijos de Darwin murieron durante la infancia, en dos casos por enfermedades que hoy sabemos que generan menos resistencia en los menores fruto de la endogamia. Ahora, los mismos investigadores acaban de analizar en otro estudio cómo estas relaciones de consanguinidad mermaron la fertilidad de esta dinastía.
"Actualmente hay una cierta unanimidad en que la consanguinidad afecta a la fertilidad y a la esterilidad en los humanos, el problema es que aún no se ha podido concretar el modo. En la dinastía de Darwin hemos encontrado que la culpa de que las parejas consanguíneas tengan menos hijos que las parejas no consanguíneas no es de la propia pareja, sino de los varones consanguíneos", explica Francisco Ceballos, genetista de la Universidad de Santiago de Compostela. El resultado de sus análisis muestra que los varones Darwin-Wedgwood fruto de la endogamia tuvieron 1,2 hijos por mujer frente a los 2,1 que tuvieron los no consanguíneos, tras descartar otros factores demográficos o socioeconómicos.
De los hijos de Charles Darwin, tres no pasaron de los 10 años y otros tres fueron incapaces de tener descendencia. En concreto, William y Leonard (retratados en la imagen) se casaron dos veces pero no tuvieron prole y su hermana Henrietta tampoco, a pesar de disfrutar de un matrimonio estable. Siguiendo un análisis estadístico, Ceballos y sus colegas han encontrado que las parejas consanguíneas de esta dinastía tienen un intervalo reproductor más corto tras examinar las edades, la duración de los matrimonios y otros aspectos. "La calidad del esperma es peor y cuanto mayores son los varones menos posibilidades tienen de ser fértiles", asegura Ceballos.
Tanto preocupaba la consanguinidad al naturalista que fue el primer estudioso de sus consecuencias. Darwin publicó varios trabajos sobre el efecto nocivo de la endogamia en 57 plantas distintas: la descendencia era más pequeña, florecía más tarde, tenía menos peso y producía menos semillas que aquellas plantas que no eran fruto de la consanguinidad. Hasta tal punto le inquietaban los resultados que se sirvió de sus contactos políticos para conseguir que el Parlamento incluyera en el censo británico una pregunta específica para el estudio del matrimonio consanguíneo. Trasladó sus miedos incluso a su hijo George, que estudió detenidamente la materia para llegar a la conclusión de que los efectos negativos no eran importantes en familias criadas con buenas condiciones de vida, como la suya.
Nada hacía pensar que los Darwin-Wedgwood arrastraban esta desventaja genética, ya que estaba plagada de cerebros eminentes, con diez miembros de la Royal Society en la familia, y así opinan por lo general los darwinólogos. Sin embargo, estos nuevos estudios señalan que tanto enlace entre primos tuvo sus consecuencias en la salud de la familia. Como concluyen los autores de este examen, "las pruebas sugieren que los temores de Darwin sobre la salud de sus hijos como resultado de su matrimonio con su prima hermana Emma Wedgwood no eran ni exagerados ni injustificados".

Las mejores imágenes de Ceres vuelven a mostrar una misteriosa mancha blanca

La sonda Dawn ha fotografiado con nitidez el planeta enano, al que llegará en marzo.


La nave espacial Dawn de la NASA ha enviado por fin las imágenes más nítidas jamás vistas de Ceres, tomadas el 25 de enero a 237.000 km de ese pequeño mundo. Representan un nuevo hito para una nave espacial que pronto se convertirá en el primer artefacto humano que visite un planeta enano.
Con 43 píxeles de ancho, las nuevas imágenes superan en un 30 por ciento la resolución de las tomadas por el telescopio espacial Hubble de la NASA en 2003 y 2004 a una distancia de alrededor de 241 millones de kilómetros.
La resolución es mayor debido a que Dawn está viajando a través del Sistema Solar hacia Ceres, mientras el Hubble permanece fijo en la órbita terrestre. Las nuevas imágenes de Dawn confirman las del 13 de enero, que revelaban una misteriosa mancha blanca en el planeta enano y la sugerencia de cráteres. Las imágenes del Hubble también habían vislumbrado esa curiosa mancha, pero su naturaleza es todavía desconocida.
A medida que la nave se acerca a Ceres, la cámara remitirá aún mejores imágenes. El 6 de marzo, Dawn entrará en órbita alrededor de Ceres para capturar imágenes detalladas y medir las variaciones en la luz reflejada de Ceres, que debe revelar composición de la superficie del planeta.
Cráteres en el hemisferio sur
"Ya estamos viendo áreas y detalles en Ceres que no se habían visto antes. Por ejemplo, hay varias características oscuras en el hemisferio sur que podrían ser cráteres dentro de una región que es más oscura en general", ha explicado Carol Raymond, directora de investigación de la misión Dawn en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de la NASA.
Ceres, el mayor cuerpo entre Marte y Júpiter en el cinturón principal de asteroides, tiene un diámetro de alrededor de 950 kilómetros. Algunos científicos creen que el planeta enano albergó un océano bajo la superficie en el pasado y que el líquido todavía puede estar escondido bajo su manto helado.
Originalmente descrito como un planeta, Ceres fue posteriormente clasificado como un asteroide, y luego reclasificado como planeta enano en 2006. El mundo misterioso fue descubierto en 1801 por el astrónomo Giuseppe Piazzi, que dio al objeto el nombre de la diosa romana de la agricultura, la fertilidad y las relaciones maternales.

Fuente: http://www.abc.es/ciencia/20150127/abci-mejores-imagenes-ceres-vuelven-201501271808.html

lunes, 26 de enero de 2015

Hallado el ataúd de Cervantes

Un ataúd con las iniciales M.C. correspondientes a las de Miguel de Cervantes, que contenía restos de huesos en su interior, fue hallado este sábado en la cripta de las Trinitarias, convento donde desde el pasado mes de abril se buscan los restos del escritor universal, extraviados intramuros del cenobio femenino, hace cuatro siglos. Las iniciales están formadas con numerosas tachuelas de media pulgada de extensión cada una.


El hallazgo del ataúd se produjo al mediodía del sábado, según fuentes de la investigación, que mantuvieron un intenso hermetismo ante las dudas que aún albergaban entonces. Sin embargo, todo indicaba este domingo que el féretro, muy carcomido por la humedad y los xilófagos salvo en su cabecera, donde se encuentran insertas las iniciales —que presentan signos de oxidación de color verdoso— albergó el cadáver del Príncipe de las Letras, allí enterrado el 23 de abril de 1616.
El equipo investigador que realiza la indagación, y que capitanea en esta fase el médico forense Francisco Etxeberria, no se atreve todavía a asegurar de manera incontestable que los restos óseos hallados dentro del féretro pertenezcan a Cervantes.


En un primer momento, al introducir un estilete rematado por una microcámara en el interior de una de las sepulturas cuya erosión permitió eludir su perforación previa, se detectó dentro de ella la presencia de material osteológico. Estos restos no presentaban lo que los forenses denominan posición primaria, es decir, exentos e individualizados, sino que los huesos se encontraron mezclados con otros,casi con plena certeza infantiles, que se hallaban a los pies del ataúd y que fueron extraídos al principio de la operación, antes de descubrir la cabecera del ataúd con las letras iniciales.
En un primer momento, la euforia se adueñó de los investigadores —más de una decena de ellos se hallaba en el interior del la cripta Trinitaria, situada a 4,80 metros bajo la cota del suelo de la iglesia del convento, donde en la mañana del sábado se había autorizado por primera vez en nueve meses la entrada de periodistas gráficos y literarios a la cripta.
En un momento determinado, muchos de los investigadores se congregaron en torno a una de las sepulturas halladas en el suelo de barro, cercadas por un perímetro de ladrillos cocidos colocados de canto. Aquel desplazamiento permitió sospechar que se trataba de un hallazgo relevante, si bien se dijo entonces que tan solo se trataba de unos huesos de un párvulo, como se denominaba en el siglo XVII a los niños bautizados menores de siete años.


Los trabajos de arqueología y de medicina forense se enfrentan ahora al examen detallado de los restos hallados dentro del féretro signado por las iniciales M y C. Su primera tarea consistirá en segregar los huesos infantiles de los procedentes de osamentas adultas. Luego, una vez aislados los de los adultos, discriminarán los femeninos y los masculinos, ya que acostumbran presentar importantes diferencias anatómicas, como los arcos superciliares en los cráneos masculinos, que no existen en los de las mujeres.
Más adelante, una vez seleccionados los restos óseos masculinos, se procederá a descubrir si presentan algunas de las lesiones que caracterizaron la osamenta de Cervantes. En aquella, pueden quedar marcas de la atrofia ósea en los huesos del metacarpo de la mano izquierda y los impactos de pelotas de arcabuz en el esternón, procedentes de las heridas sufridas por Cervantes en la batalla de Lepanto. Empero, el esternón, por ser parcialmente cartilaginoso, puede presentar más dificultades para la posterior identificación. Hay dos datos anatómicos más que pueden guiar a los forenses y arqueólogos, tras la detección inicial del georradarista Luis Avial y su equipo dentro de la sepultura. Además de la edad, de 68 años, a la que murió Cervantes, sus restos habrán de presentar la dentadura plenamente desdentada —conservaba al morir solo seis piezas— y una artrosis deformaba, combándola, su columna vertebral.
Hay además otros indicadores que ya están siendo estudiados por los investigadores: los restos textiles del sudario franciscano con el que fue presumiblemente enterrado —se unió a la venerable Orden Tercera tiempo antes de su muerte— y la propia madera del ataúd, pues puede datarse su cronología mediante distintos procedimientos analíticos.